Saludamos con firmeza y respeto la valentía del estudiante del Colegio Técnico Ricaurte (Cuenca), quien durante su acto de graduación denunció públicamente las irregularidades y actos de corrupción que se viven dentro de su institución, cometidos por el rector.
Este acto de denuncia no solo es un gesto de dignidad, sino también un llamado urgente de toda la comunidad educativa frente a un sistema que ha normalizado el abuso de poder y corrupción. El estudiante no solo visibilizó los negociados, sino que también denunció prácticas inaceptables como la exigencia de dinero a los estudiantes a cambio de sus títulos de bachillerato y la persecución a actores educativos que se atreven a cuestionar o exigir derechos.
Esta realidad no es un caso aislado. Es el resultado de una estructura educativa cooptada por intereses politiqueros. Desde hace años, la UNE lleva señalando que la mayoría de rectorados y direcciones, en lugar de ser espacios al servicio de la comunidad educativa, se han convertido en botines de poder para el reparto y el clientelismo, en beneficio del gobierno de turno. Muestra de ello es la reciente denuncia presentada ante la Fiscalía General del Estado por el presunto delito de tráfico de influencias en el reparto de bares escolares, donde están involucrados hasta directores distritales como es el caso K. Zapata, Director Distrital 09D02.
Es necesario precisar que no todas las autoridades educativas son corruptas o prepotentes. Pero sí exigimos la culminación inmediata del Concurso de Méritos y Oposición para Directivos que lleva suspendido por varios años, ya que es un mecanismo para enfrentar la corrupción y autoritarismo en las instituciones educativas. El encargo a dedo de directivos sin sustento técnico ha generado una estructura corrupta, autoritaria y desconectada de las reales necesidades del sistema educativo, con funcionarios que, en algunos casos, llevan años sin rendir cuentas.
La lucha por una educación pública de calidad, libre y democrática pasa también por erradicar la corrupción institucional y dignificar la labor educativa en todos sus niveles. Por eso, respaldamos la denuncia pública de este estudiante, quien no solo reveló una realidad, sino que encendió una luz de esperanza de que la juventud estudiosa es la savia renovadora de nuestra sociedad.
Comité Ejecutivo Nacional – UNE