Según varios organismos internacionales, para el 2022 se encontraban activos más de 57 conflictos armados en el mundo, en los que figuran guerras entre estados, guerra civil o conflicto interno.
Solo por citar un ejemplo de lo que es una guerra de invasión. Voy a señalar lo que pasa en Palestina: El número de niños y niñas asesinados en Gaza supera al de niños (as) asesinados en las guerras que se han producido en todo el mundo durante los últimos 4 años. Es un verdadero genocidio. Es una guerra contra los niños (as) y sus familias, contra su presente y futuro.
Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo – SIPRI (2024) el crecimiento total de presupuesto militar a nivel global entre 2022 y 2023 fue del 6,8%, hasta alcanzar los 2,44 billones de dólares, lo que marcaría el mayor incremento anual desde 2009. La guerra es también un gran negocio para unas cuantas industrias y consume unas enormes cantidades de recursos. Mientras 57 millones de niños y niñas permanecen sin poder asistir a la escuela según la ONU.
El gasto militar crece año tras año, a la par, los recortes a los presupuestos económicos de la educación pública también crecen ampliando de esta forma cada año la brecha de desigualdad y negando, a la vez, varios derechos a los maestros y maestras.
Estos datos y contextos nos obligan a no perder de vista que la guerra es un fenómeno que surge de la naturaleza del sistema capitalista, que ve a la guerra como una necesidad e instrumento de dominación económica y política sobre los pueblos sojuzgados, como medio de disputar dominio e influencia sobre otros países.
De la misma manera que defendemos la escuela pública y los derechos del Magisterio; debemos condenar la guerra imperialista que alertamos pretende justificarse en supuestos “derechos” que se otorgan a sí mismos ciertos gobiernos. El régimen de Israel sostiene tener el derecho de realizar un genocidio; el Gobierno de Estados Unidos, el derecho de atacar y sancionar pueblos enteros; el Gobierno de Rusia, el derecho de invadir Ucrania; y se puede seguir con un larga lista. Lo obligatorio, como educadores, es desmitificar esa manera de justificar su violencia masiva y denunciar la guerra y el genocidio imperialista y a las industrias de armamento.
La defensa de la escuela pública, así como la defensa de la vida misma, incluida la de los seres humanos, involucra hoy la lucha contra los afanes de dominio mundial a través de las guerras. Escuela pública y guerras de dominación y agresión a nuestros pueblos son totalmente opuestas. Son actos de barbarie donde la juventud, niñez y sus familias son uno de los sectores más afectados.
Y claro que existen otras salidas y este masivo, irreverente y representativo Décimo Congreso Mundial de la Internacional de la Educación demuestra que: “Las fronteras son líneas imaginarias sobre un mapa”. Aquí profesores de diversos países del mundo convivimos de manera fraterna demostrando que es la escuela neoliberal, la del capitalismo, la que está en crisis y no el derecho a la educación pública. Razón por la cual una nueva sociedad es posible y necesaria.
¡Viva la pública! ¡Abajo las guerras imperialistas!