Debería preocuparnos y llamarnos a la acción a todos los ecuatorianos los hechos de violencia física que se han viralizado en redes sociales, ocurridos el 20 de junio entre dos estudiantes, en presencia de varios compañeros de una institución educativa cercana al parque Itchimbía, en Quito.
Lo sucedido es un reflejo de la realidad que se vive en el país y, por ende, en los espacios educativos. La normalización de la violencia, cada día, pone en mayor riesgo a todos los actores del sistema educativo. Por ello, es urgente convertir a las instituciones educativas en espacios seguros y de bienestar, condiciones que también forman parte de una educación de calidad.
Como lo expresamos este lunes 23 de junio, en el diálogo con la ministra de Educación, Dra. Alegría Crespo, la seguridad y el contar con espacios educativos libres de todo tipo de violencias pasa por entender y asegurar aspectos claves como: la gestión de riesgos, la protección ante amenazas externas, el mantenimiento de la infraestructura, el fortalecimiento de prácticas responsables con el ambiente, cambios en los contenidos educativos, y la ejecución de políticas sociales y preventivas con el debido presupuesto económico. Y, ciertamente, por la vinculación con las comunidades y familias, a quienes extendemos nuestro llamado a educar y aprender en conjunto con el objetivo de garantizar una convivencia respetuosa y espacios educativos favorables.
Desde la UNE insistimos en la necesidad de declarar en emergencia a la educación y de contar con un Plan de Seguridad Escolar que responda a los 200 días que dura el año lectivo. Estas propuestas ya las presentamos al Ministerio de Educación y se abordarán en las próximas mesas de trabajo. Sin embargo, está claro que los actos de inseguridad y violencia no se detienen. Por eso, la voluntad política del Gobierno es fundamental para actuar con rapidez y recoger los planteamientos realizados por el magisterio y otros sectores en beneficio de nuestra niñez, juventud, profesionales de la educación y familias.